Plaza de la Reina de Valencia

Partimos de la certeza, acorde con los hechos, de que la ciudad de Valencia, con sus edificios y sus espacios libres, es un sistema abierto, dinámico, en el que la realidad actual no es más que un estado de latencia entre el pasado y el futuro. Con esta premisa, esta propuesta trata de descubrir y potenciar los valores de esta nueva realidad, poniendo en valor las relaciones que se establecen entre los nuevos espacios libres, generados en el siglo xx, para conseguir su cualificación urbana en el próximo milenio.

Para su estudio se definen tres ámbitos, tratados con mayor detalle a medida que nos aproximamos al objeto concreto del concurso: la plaza de la Reina.

• Un primer acercamiento al recinto del centro histórico de Valencia, declarado Bien de Interés Cultural el 3 de marzo de 1993, nos lo muestra ceñido al norte y noroeste por el antiguo cauce del río, actualmente en vías de convertirse en un gran espacio libre urbano merced al proyecto del jardín del Turia. En el resto de las orientaciones, permanece la huella de las antiguas murallas, definida por lo que hoy es la ronda interior de la ciudad. Al sur, a través del edificio de la estación central del ferrocarril, el recinto de la ciudad medieval se conectará en el futuro, gracias al soterramiento de las vías, con el parque central, que vendrá a ocupar los terrenos donde hoy se extienden las instalaciones propias de una estación de término.
Entre el parque central y el jardín del Turia, la ciudad medieval ha experimentado una serie de cambios que redundan en beneficio de los espacios libres, si bien con un tratamiento deficiente que trata de ser corregido con la convocatoria de concursos de ideas como el de la plaza del Ayuntamiento y este que nos ocupa. Para este entorno lejano se propone la potenciación de un eje sur-norte de calidad, eminentemente peatonal, que partiendo del futuro parque central, discurra por la calle Marqués de Sotelo (que deberá remodelar su sección) y tras su paso por la plaza del Ayuntamiento, centro cívico de la ciudad, continúe por el agradable tramo de la calle San Vicente entre esta plaza y la de la Reina. La plaza de la Reina se conecta con la de la Virgen a través de las calles Barchilla y Miguelete que bordean la Catedral. A partir de la plaza de la Virgen, el itinerario prosigue, hasta el jardín del Turia, bifurcándose por una lado en la calle Navellos y, más al norte, por la recién remodelada calle Serranos, previo paso por la plaza de Manises.
Este recorrido permite el disfrute de gran parte de los monumentos histórico-artísticos de la ciudad, y está llamado a convertirse en el eje cívico, religioso y comercial de más importancia en Valencia.
• Una aproximación al ámbito del concurso, nos permite definir un entorno amplio, en el que se incluyen las plazas de la Reina y de la Virgen que, en su estado actual, leemos como un espacio libre único, interrumpido por la presencia del conjunto catedralicio. Para este espacio libre se propone un tratamiento conjunto, una alfombra uniforme de calidad sobre la que se deposita la catedral. Esta visión conjunta de las dos plazas obvia consideraciones históricas pero aprovecha las oportunidades ofrecidas por la morfología actual de la ciudad, que de esta manera encuentra un lugar capaz de albergar las tradicionales manifestaciones cívico-religiosas habituales en el entorno de la Catedral.
• Por último, reducimos el denominador de la escala y concentramos el esfuerzo en el ámbito de la plaza de la Reina: el entorno próximo. La reflexión de Camilo Sitte en construcción de ciudades según principios artísticos es perfectamente válida para esta plaza. Dice Sitte: "hoy se llama plaza a un solar completamente abierto y encuadrado por calles. Puede ser que esto baste según conceptos técnicos, pero desde el punto de vista artístico, un trozo de terreno vacío no es aún una plaza". El vacío comprendido entre la catedral y la embocadura de la calle San Vicente no es el resultado de ningún proyecto urbano a pesar de las numerosas propuestas que se elaboran desde finales del siglo XIX (incluido el concurso de 1951). El estado actual es el resultado de la intersección de los condicionantes funcionales de un proyecto de aparcamiento subterráneo (inaugurado en 1970) con el plano del suelo, maquillado mediante la inserción de jardinería donde cabe y la proliferación de una variopinta muestra de objetos de todo tipo que conjuren el 'horror vacui'. El objetivo de este proyecto es la recualificación de este vacío para convertirlo en un verdadero espacio público urbano: en una plaza.

Para ello, se propone:
1. Una valoración positiva de espacio público que proporciona el vacío existente, creando un lugar para la sociabilidad y la vida colectiva, limitando al máximo la presencia de elementos duros emergentes.
2. Recuperación de las proporciones de la antigua plaza del Miguelete mediante una recreación poética de la traza de la muralla romana republicana y de la manzana de casas que ocupaba el lado norte de la desaparecida calle de la Puñalería: la muralla romana se materializa mediante cinco prismas triangulares luminosos a base de paneles de fibra óptica; la manzana de casas, mediante un plano inclinado (que ajusta la diferencia de cotas existente) que aloja un conjunto de surtidores sonoros de agua, y el muro de piedra caliza que recupera la experiencia visual de la fachada barroca tal como fue concebida. Ambas actuaciones, controlan las vistas de la descompuesta fachada mediodía de la Catedral.
3. El pavimento se concibe como un 'continuum' a base de losas de piedra caliza que se alabean absorbiendo las irregularidades topográficas, evitando barreras arquitectónicas. Este ‘paspartú' enmarca la alfombra central de losas de piedra artificial con árido de la misma piedra utilizada en los bordes. Esta alfombra se convierte en un suelo técnico horizontal sobre el forjado superior del aparcamiento (que se concibe para residentes, lo que reducirá el tráfico en las calles Paz y San Vicente). Bajo este suelo técnico se alojan instalaciones propias de dicho aparcamiento y discurre una corriente de agua, procedente de los surtidores del plano inclinado, cuya percepción desde la superficie se consigue mediante la sustitución de determinadas losas por placas de rejilla de metal estirado, de las que surge, aquí y allá, agua vaporizada. Bancos de piedra artificial y una colección de pequeños árboles de flor (ciruelos, almendros, cerezos japoneses,...) Alojados en alcorques enrasados, completan el conjunto de esta zona de la plaza. Agua y vegetación atenuarán los rigores estivales propios de estas latitudes.
4. En el lateral occidental de la plaza, una hilera de alcorques de piedra artificial, sobreelevados del pavimento para poder ser utilizados como banco, acoge arbolado de hoja caduca y copa redonda de gran volumen (acer pseudoplatanus, campestris, ginnala,...) Con la intención de reproducir la alineación de la antigua calle Zaragoza, recuperando la percepción histórica de la Catedral. Este espacio, generosamente dimensionado, puede acoger sin apreturas el mercado ambulante que se ubica con estrecheces en la acera actualmente existente. Los accesos peatonales al aparcamiento, definen virtualmente la alineación de la desaparecida calle campaners, donde el arbolado de hoja caduca y copa vertical (acer saccharinum pyramidalis) que surge de los alcorques perforados en el pavimento, controlan el soleamiento excesivo del atardecer. La confluencia con la calle de la paz, se significa mediante una masa arbolada de hoja perenne y cuasi-perenne (acacias, tipuana tipu, brachychiton acerifolia y eucalyptus gunni cerca del tráfico rodado) que cierra la plaza en la esquina sureste. Para ocultar el muro ciego de la capilla del santo cáliz, se propone una masa vegetal perenne (cupressus lawsoniana). La plaza de Santa Catalina se alegra con una alineación de laureles sobre jardineras exentas, trabajados mediante arte topiario.
5. La iluminación de la alfombra central se confía a los prismas luminosos, a la luz que se desprende de las luminarias integradas en todos los bancos de piedra artificial, al resplandor proviniente de las rejillas del suelo técnico (materializado por el agua vaporizada) y a las luminarias integradas en los alcorques cuya luz se ve reflejada por las copas de los árboles. Este sistema de luminarias integradas en los alcorques servirá también para iluminar lo que antes eran las calles campaneros y Zaragoza y la plaza del Miguelete. Una línea de luz de traza rectilínea a nivel de pavimento, prolonga el muro que configura la embocadura de la puerta de los hierros hasta el acceso rodado al aparcamiento. Todo este sistema se completará, si fuera preciso, con luminarias ancladas a las fachadas mediante brazos murales.
6. Los servicios de infraestructura urbana, discurren por el perímetro de la plaza, cabe las edificaciones. Su estado es aceptable, según las compañías suministradoras, aunque lo ideal sería alojarlos en galerías visitables o, al menos, galerías registrables, para evitar las contínuas aperturas de calas y zanjas. Los cableados grapeados a las fachadas de la red de dispersión de teléfonos, asicomo los tendidos aéreos de la red de baja tensión aún visibles y la proliferación de antenas de televisión, deben ser eliminados.
7. En cuanto al tráfico rodado, se evitan a la plaza las servidumbres del transporte público, cuya parada se traslada a su lugar natural en la propia calle de la Paz. El tráfico privado de residentes puede permitirse entre las calles Corretgeria y Cavillers, quedando anulado el tráfico en el primer tramo de la calle del Mar.